"El mismo día en que dejó de operar Air Comet, Díaz Ferrán declaró, cínico y provocador: "Yo tampoco volaría a ningún sitio con Air Comet". Según este generador de "riqueza y desarrollo", las huelgas y otras medidas de fuerza llevadas a cabo por los pilotos, azafatas y personal de tierra en reclamo de sus salarios habían dañado la imagen y credibilidad de la empresa, alejando a potenciales pasajeros.
De esta forma, Díaz Ferrán hacía responsables a los propios trabajadores de Air Comet de la crítica situación a la que había llegado la empresa. Pero fue la pésima gestión, agravada por la crisis económica mundial, la que provocó su caída en picado. La propia Cajamadrid, a cuyo Consejo de Administración pertenece Díaz Ferrán, se negó en 2009 a renovar sin garantías el préstamo de 26,5 millones de euros que este había contraído durante 2008, y lo acusó de fraude. Simultáneamente, el banco alemán Nord Bank, que venía financiando el alquiler de la flota de Air Comet, le reclamó su deuda de 17 millones de euros. A su vez, la Seguridad Social española le reclamaba otros 16 millones de euros por falta de pago de los aportes sociales de sus trabajadores. Estas deudas fueron a sumarse a las contraídas con bancos e incluso con otras empresas también propiedad de Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual Arias, desde las que estos transfirieron 143 millones de euros para intentar reflotar Air Comet.
Ante las advertencias de sus acreedores y de las autoridades, Díaz Ferrán intentó in extremis que el gobierno mediara para conseguir una nueva prórroga, al tiempo que le pedía préstamos adicionales por 60 millones de euros al Instituto de Crédito Oficial.
Un juez británico terminó aceptando la denuncia del Nord Bank y decidió el embargo de la flota de Air Comet. El gobierno español consiguió una prórroga para que la compañía pudiese operar hasta el 10 de enero, de manera de cumplir con los pasajeros a los que había vendido pasajes para las fiestas navideñas. A pesar de ello, Díaz Ferrán y su socio optaron por paralizar todas las actividades de la aerolínea, alegando que ni siquiera tenían dinero para combustible. El Ministerio de Fomento español decidió entonces cancelarle su licencia de vuelo. La crisis había estallado.
Un día después de que Air Comet dejara de operar, con los pasajeros acampando en el aeropuerto preparándose para pasar allí la Navidad, y con los trabajadores de la compañía manifestándose en la calle, Díaz Ferrán declaraba: "Hay que creer en la empresa privada y en la economía de mercado. Lo que ocurre es que a la economía de mercado y a la empresa privada hay que dejarlas que funcionen; si una empresa cierra, por las razones que sea, pues ha cerrado (...) Hay otras empresas que saldrán a cubrir esos tráficos. Y no pasa nada, una empresa cierra y eso es la economía de mercado. Y unos trabajadores que ya está previsto que cobren el subsidio de desempleo y que buscarán trabajo en otras compañías".
Los trabajadores se enfurecieron ante la frivolidad con la que su ex patrón abordaba el tema. La empresa no había presentado ante las autoridades laborales un expediente de regulación de empleo (ERE), aportando la documentación que justificara el cierre de la empresa y el despido de los empleados, por lo que no podían cobrar el subsidio de desempleo -unos 1.000 euros mensuales por un máximo de dos años- al que alegremente hacía alusión Díaz Ferrán.
La Fiscalía del Estado investiga las denuncias hechas por pasajeros y trabajadores de Air Comet, según las cuales la compañía siguió vendiendo pasajes cuando ya tenía los aviones embargados, lo que supondría un delito de estafa."
La tercera parte de este primer artículo tiene como título: "Un poderoso "holding""
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