Julian Assange, hoy por hoy la presa más codiciada del imperio, agradeció desde la embajada de Ecuador en Londres, a los países latinoamericanos que avalaron la decisión del presidente Rafael Correa de otorgarle asilo político, un acto de coraje de un gobernante soberano de "un país que no se arrodilla".
En su breve discurso Assange habló también de unidad en la opresión, en obvia alusión a la actitud del Reino Unido, que amenazó días atrás con tomar por asalto la embajada ecuatoriana con el fin de apresar al fundador de Wikileaks para luego extraditarlo a Suecia -donde se lo acusa de abuso sexual- y de allí a Estados Unidos, donde podría ser condenado a prisión perpetua, e incluso a muerte. Esa unidad en la opresión es absolutamente real, y mas aún, palpable. Eso lo saben los pueblos de Latinoamérica desde hace 500 años, por haber sido oprimidos por España primero, y luego por Inglaterra y los Estados Unidos, por aquello de que el discípulo supera al maestro.
Pero ¿cuál es el delito, el pecado mortal de Assange? Lo que hizo este australiano fue demostrar que la tan mentada desinformación que impulsan los llamados países centrales, con la complicidad de los medios de comunicación hegemónicos, y de sus cipayos, es tan real y concreta como el hecho de que a la noche le sucede el día. Pero hizo además algo que, a los ojos del imperio, es mucho peor que aquello: dejó al desnudo la falsa moral capitalista, la hipocresía llevada a su máxima expresión, por la cual el imperialismo se ha sostenido durante tanto tiempo. Y eso, para los opresores, no tiene perdón.
Es necesario responder a esto con "unidad en la respuesta", como dijo Assange. O, lo que sería lo mismo, una férrea, homogénea unidad en la resistencia por parte de los pueblos y Estados hasta ahora víctimas de aquella opresión. Parafraseando a Rafael Correa en una de sus intervenciones durante la última cumbre del ALBA-TCP: históricamente hemos sido los países latinoamericanos los sancionados económica y políticamente por el imperialismo. Es hora de que nosotros comencemos a sancionarlos a ellos.
Para finalizar, hace dos días que este blog cumplió tres años de existencia. El título de esta entrada tiene relación con ese hecho. El gigante ya está despierto... y comienza a ponerse de pie.
En su breve discurso Assange habló también de unidad en la opresión, en obvia alusión a la actitud del Reino Unido, que amenazó días atrás con tomar por asalto la embajada ecuatoriana con el fin de apresar al fundador de Wikileaks para luego extraditarlo a Suecia -donde se lo acusa de abuso sexual- y de allí a Estados Unidos, donde podría ser condenado a prisión perpetua, e incluso a muerte. Esa unidad en la opresión es absolutamente real, y mas aún, palpable. Eso lo saben los pueblos de Latinoamérica desde hace 500 años, por haber sido oprimidos por España primero, y luego por Inglaterra y los Estados Unidos, por aquello de que el discípulo supera al maestro.
Pero ¿cuál es el delito, el pecado mortal de Assange? Lo que hizo este australiano fue demostrar que la tan mentada desinformación que impulsan los llamados países centrales, con la complicidad de los medios de comunicación hegemónicos, y de sus cipayos, es tan real y concreta como el hecho de que a la noche le sucede el día. Pero hizo además algo que, a los ojos del imperio, es mucho peor que aquello: dejó al desnudo la falsa moral capitalista, la hipocresía llevada a su máxima expresión, por la cual el imperialismo se ha sostenido durante tanto tiempo. Y eso, para los opresores, no tiene perdón.
Es necesario responder a esto con "unidad en la respuesta", como dijo Assange. O, lo que sería lo mismo, una férrea, homogénea unidad en la resistencia por parte de los pueblos y Estados hasta ahora víctimas de aquella opresión. Parafraseando a Rafael Correa en una de sus intervenciones durante la última cumbre del ALBA-TCP: históricamente hemos sido los países latinoamericanos los sancionados económica y políticamente por el imperialismo. Es hora de que nosotros comencemos a sancionarlos a ellos.
Para finalizar, hace dos días que este blog cumplió tres años de existencia. El título de esta entrada tiene relación con ese hecho. El gigante ya está despierto... y comienza a ponerse de pie.
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